Un buen relato es aquel que nos intriga, y mucho mejor si es desde la primera línea. Este puede ser el denominador común de las historias que confluyen en Caminos que conducen a esto. Mucho de ese camino que une a lector y escritor está ya conseguido si la lectura llama la atención y aviva la curiosidad. Como muestra, basta ver algunos inicios de relatos de este libro: "No te quieres morir y estás muerta...". "Es un hecho que las manzanas azules no existen...". "Hay un hombre rojo y un hombre verde en la cima de la montaña...". "A pesar de la petición del hipnotizador, cuando éste finalizó la cuenta atrás yo recordaba algunas cosas...". Pero además estos caminos se bifurcan y conforman todo un entramado de recodos y parajes que se han de descubrir. Y en sus senderos nos esperan personajes tan diversos y dispares como una mujer barbuda, un cortador de cabezas, un hombre ridículo, otro con un brazo que genera lluvia… Relatos para leer y releer, para perderse y encontrar no sabemos qué. Historias que, como también apunta otra máxima de la narrativa, buscan no dejar indiferente.