Sillas vacías, sopa fría, vino convertido en vinagre, metáforas sobre lo que fue la guerra, huellas de los invitados a un paseo sin retorno. Adaptada por Carlos Saura, la obra teatral de José Sanchis Sinisterra, se ha convertido en una de esas joyas literario-cinematográficas sobre la guerra civil española. "Carmela y Paulino, variedades a lo fino", así se anunciaba la modesta compañía de Paulino, que tendrá que representar la obra más difícil de su vida ante la soldadesca nacional. Pero Carmela, espontánea, salerosa, picarona y vocinglera, saldrá de escena de la peor forma, dejando a Paulino solo en su solo cabo. Y todo por defender a unos brigadistas internacionales, ella, precisamente ella, que no sabía por dónde andaba Polonia, pero que era catedrática del hambre y licenciada en todas las injusticias. El diálogo inicial es una maravilla. Sobre el escenario, Paulino pregunta al espíritu de Carmela sobre el más allá, y este, desde el más acá, lo describe de tal forma que el lector no puede dejar de sentir la mayor de las inquietudes y una gran pena por la infeliz Carmelilla.
hace 9 años