Cuando, a comienzos de este siglo, Henning Mankell publicó su magistral “La quinta mujer”, y tras ello se editaron obras anteriores del autor como “Los perros de Riga”, los lectores de novela policiaca hasta ahora habituados a los autores ingleses retratando la vida británica, o, como mucho, a Simenon dibujando un fresco de los bajos fondos parisinos, descubrieron la existencia de la novela policiaca nórdica. El ambiente lento y frío (en el doble sentido de la palabra), en el que las historias se desenvolvían, y unas características distintas a lo que entonces estábamos habituados, hizo que Stieg Larsson se encontrara el terreno más que abonado en todo el mundo para triunfar con la saga “Millenium”.
En “Aurora boreal”, con un título que evoca la nieve y los arces en el horizonte en contraste con la sangre, la aparición de un pastor protestante de aldea muerto en el altar de su iglesia, da comienzo a una investigación en la que se medirán las fuerzas una abogada amiga de la hermana de la víctima y la policía judicial.
La obra combina los momentos lentos con la capacidad para despertar la intriga del lector. Los tópicos en los personajes con una descripción de aquellos que, en ocasiones, demuestra la gran agudeza de la autora. La profundidad en las reflexiones de los investigadores con giros que buscan crear una tensión simple en las ocasiones en que algunos protagonistas pueden ser asesinados. En definitiva, novela policiaca que, sin llegar a ser mediocre ni, mucho menos, mala, no consigue alcanzar el nivel del consagrado Henning Mankell.
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hace 2 años
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