Tienes en tus manos un libro de terror. Permítenos insistir en ello, porque acaso no seas esa clase de lector que gusta de leer con poca luz, envuelto en una vieja manta, mientras fuera descarga la tormenta. Tal vez no seas ese lector que disfruta del sobresalto que sigue a cada trueno, al lamento de las tuberías del edificio, al timbrazo inesperado de un teléfono en mitad de la noche. Ese lector, en fin, que lo pasa bien cuando pasa un mal rato. Porque en ese caso, lector, este libro no es para ti. Aquí hay colmillos y garras, muertos que salen de sus tumbas y criaturas que se agitan como un odre lleno de insectos. Sangre a borbotones. Cosas que se mueven solas, luces que se encienden en casas vacías y puertas que se cierran a tu espalda. También, por qué no decirlo, hay humor, belleza y piedad. Claros en medio del bosque. Luz. Pero, no nos engañemos, su presencia no consigue iluminar las sombras. Así que olvidémoslo, otra vez será.