Con apenas nueve años, Ana Bolena es enviada a la corte francesa con su hermana María, en lo que pronto descubre que no es sino una jugada de la alta política europea llevada a cabo con astucia por su ambicioso padre. Sin embargo, Ana no pierde el tiempo, pronto aprende a jugar sus cartas, y está dispuesta a aprovechar todas las oportunidades que la corte parisina le ofrece de ampliar sus conocimientos y experiencias (y encontrará un inesperado benefactor y consejero en la persona de Leonardo da Vinci). De un modo inesperadamente duro, Ana se enfrentará a un ambiente de promiscuidad, lubricidad y vicio en el que tendrá que aprender a moverse.