Hasta ahora no conocía a la autora Kanoko Okamoto, La grulla doliente me llamó la atención porque la sinopsis relacionaba la historia con uno de mis autores japoneses favoritos, Ryünosuke Akutagawa. Okamoto, escritora nipona que vivió a caballo de los siglos XIX y XX (1889-1939), nació en el seno de una familia acomodada, y pronto mostró interés por las artes y la literatura, influida también por los círculos literarios donde se relacionaba su hermano mayor. Conoció o tuvo algún contacto con numerosos artistas de la época, fue amada, respetada, criticada y odiada. No le llegaría cierto reconocimiento hasta después de fallecida. De esa relación con el ambiente literario y, en particular, su aprecio y respeto por Ryünosuke Akutagawa (1892-1935), nace La grulla doliente Esta obra fue escrita y publicada unos años después de que él se suicidara, una especie de homenaje por su memoria. Narra el encuentro de Okamoto y Akutagawa en el ryokan de Hiranoya, durante las vacaciones de agosto de 1923. A modo de diario, la autora describe, sin especificar el día del calendario, sus encuentros y desencuentros con el escritor, charlas, sus idas y venidas, el día en la playa, etc. El relato está escrito en primera persona, aunque en ocasiones el tono es distante, cómo si lo dicho o lo que sucedió no fuera con ella. Ha sido una lectura curiosa, no había leído anteriormente a la autora, pero si he leído buena parte de la obra de Akutagawa, por lo que el libro me ha permitido conocer su personalidad desde otra perspectiva. Además, la edición de Quaterni incluye un extenso prólogo en el que se expone y analiza la existencia y carrera artística de la autora, siempre vinculada a autores del momento. También cuenta con fotografías en blanco y negro y diversos apéndices explicativos sobre el gran terremoto de 1923 que devastó la zona residencial de Hiranoya, la familia de la autora y otros autores que tuvieron vinculo con ella, principalmente Yasunari Kawabata. (Dolors Martínez, 8 de agosto de 2018)
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