En 1601 la reina Isabel de Inglaterra envía una misión naval a Dinamarca para rendir honores al rey Federico II. Entre la tripulación, viejos soldados de la Armada Invencible, marineros curtidos en rutas peligrosas, y la compañía de teatro de William Shakespeare, embarcada para representar Romeo y Julieta y El sueño de una noche de verano ante la corte danesa. Cuando, durante la travesía, avisten una gigantesca ballena que arrastra varios cadáveres, Shakespeare, que viaja acompañado de su amigo y confidente Henry, conde de Southampton, quedará tan impresionado que no dejará de pensar cómo incluir ese episodio en una futura obra. El dramaturgo sospecha que quizá el género teatral no pueda dar cabida a cuanto bulle en su imaginación: los destinos de quienes contemplan esa aparición terrorífica, combates marítimos, naufragios, monstruos. ¿Imaginó Shakespeare Moby Dick doscientos cincuenta años antes que Melville?