En las novelas de wallander se respira la realidad del trabajo policial: reuniones, recursos limitados, falsas pistas y la presión de los políticos, los periodistas y los ciudadanos. En está, como en la otra que leí, todos los personajes son creíbles, hasta el villano. También es de agradecer la capacidad de Mankel para hacer crítica social sin volverse panfletario y sin que quede fuera de lugar. Finalmente, diré que los últimos capítulos me tuvieron atado a la silla como hacía tiempo que no me pasaba con una novela. Muy emocionante.
hace 13 años