Esta historia pretende ser fiel reflejo de una de las épocas más grises de nuestro país en la que muchos aún podrán identificar su propia memoria. Francisco Vargas Casas, un anarquista de Benalup-Casas Viejas, comenzó desde muy joven a luchar en defensa de los jornaleros. Desde 1933, justo cuando acontecen los famosos y tristes sucesos, empezará a sentir sobre sus hombros la crueldad y el odio de los más poderosos, que no son afines a sus ideas. Durante este periplo de continuas luchas también conocerá el oasis del amor; un amor ganado a pulso y que le costará mantener a su lado. Las diferencias sociales e ideológicas entre ambas familias no se lo pondrán nada fácil. Al final tendrá que abandonar su aldea obligado por unas injustas acusaciones, regresando a ella tan solo una vez, en 1977, después de más de veinte años de ausencia, no pudiendo reconocerse en el que fue su entorno. Es entonces cuando decide despedirse del lugar una vez más, pero en esta ocasión, sin billete de vuelta.
Casi cincuenta años de historia —desde 1933 hasta 1981— componen el trasfondo sobre el que se viene a desarrollar su vida y los avatares de su propia familia.