Como en buena parte de su obra, Isherwood se mira a si mismo y traza una novela tomando como referencia su aventura como guionista en una película ("Little friend") dirigida por Berthold Viertel (padre de Peter Viertel). Hoy película (inencontrable) y director (con una carrera de la que apenas destacan sus colaboraciones con Murnau), reposan en el olvido, pero la obra de Isherwood, curiosamente gracias al cine, ("A single man", "Cabaret", ...) está más vigente que nunca.
Isherwood se vale de una vivencia personal para adentrarnos en una historia sobre la creación artística, el cine, y sus excesos. En un estilo que recuerda a Chesterton o a Waugh, Isherwood (que de manera nada corriente utiliza su nombre real en la novela), traza un relato donde el mercantilismo (industria del cine) y el arte (Bergmann), calculador el uno, y plagado de excesos y al borde de la locura el otro, luchan entre si.
Un relato que está certeramente influido por el agrandamiento de la sombra del nazismo que atenaza a un artista que es y se siente extranjero y a que sólo en Isherwood encuentra amistad. Buena novela, con apreciables diferencias de ritmo (a veces el tiempo apenas corre, pero otras se desata y resuelve situaciones sin casi desarrollarlas, como el final), pero con una muy interesante descripción de una época, un miedo latente, y unos artistas rodeados por un enjambre de circunstancias.