Un día de noviembre del año 1629 un pastor que cuida ovejas en la dehesa de Colmenar Viejo, una villa situada al norte de Madrid, deja atónitos a todos los vecinos: ¡ha encontrado un cofre repleto de barras de oro!. El gobernador del condado del Real del Manzanares inicia una pesquisa, en principio extraoficial, para averiguar lo ocurrido y, al propio tiempo, para hacerse con una parte del botín que Joan Herrero, el pastor, tiene escondido. Sin embargo, la cosa se les complica al gobernador y al pastor, porque en Madrid se han enterado del hallazgo y enviado un juez comisionado por la Junta de Minas para esclarecer los hechos, dado que todo lo que existe bajo tierra pertenece al rey, como una regalía propia del monarca. La novela desarrolla la pesquisa llevada a cabo por ese juez comisionado, llamado Fernando Laínez, quien en medio de su investigación se topa con el levantamiento de un nuevo tesoro y se ve obligado a resolverlo. En cada página la intriga y la tensión mantienen al lector con los ojos bien abiertos y sin poder dejar de leer hasta el final. No es una novela histórica al uso, sino más bien un thriller policial-judicial que transcurre en el siglo XVII, una novela que reconstruye un hecho real con la perspicacia (pretendidamente) de Leonardo Sciascia y el rigor de un historiador profesional.