¿Cómo definir la angustia que se siente cuando sólo nuestra intuición y las palabras adecuadas en el momento justo nos pueden salvar? ¿Y si la persona con la que nos despertamos cada día fuera en verdad un producto de lo más despiadado del ser humano? Nuestra vida en el filo, he ahí lo que propone Fede Durán con Guantes negros, una secuencia en la que nada es lo que parece: hermanos que se traicionan, esperpénticos concursos musicales que nos sitúan en lo esencial, seres desarraigados que no entienden ni entenderán el rechazo amoroso, misteriosas ancianas que nos revelarán lo que siempre debió estar oculto, la impostura cultural que nos domina y nos engulle. Un relato que se articula bajo sutiles desarrollos narrativos que vamos descifrando poco a poco, con una sorpresa tras otra: las gafas de pasta que nos presta el autor para que ayudemos a Julio, el protagonista, a reorientar su estúpida existencia; Churruca en Trafalgar; la señora Dawson; Philip Marlowe; el kafkiano Yuri..., personajes memorables todos ellos que nos harán recordar lo que nunca debimos olvidar: cuestionar nuestra propia existencia de vez en cuando no sólo es higiénico, sino también necesario.