No os oculto que sigo a Álvaro Bermejo desde que me descubrió un mundo alucinante en "El Evangelio del Tíbet". Allá planteaba la posibilidad de una segunda vida de Cristo tras su crucifixión, siguiendo las teorías de Faber-Kaisel. No me entusiasmó menos "Eternamente tuya", otra locura genial: llevar el mito de Drácula a sus fuentes, la Escocia del conde Errol, en quien se inspiró Bram Stoker para escribir su obra inmortal. Ahora vuelve con otro relato más que desconcertante en torno al legendario Manuscrito Voynich, ese libro que permanece indescifrable seis siglos después de que apareciera. Cuenta la historia de una embajada implementada por Felipe II con la intención de hacerse con ese códice misterioso, donde parecen cifrarse las claves de la Piedra Filosofal y las del Elixir de la Vida. El Manuscrito Voynich está en la corte de su sobrino, el emperador Rodolfo II, en Praga. Solo por adentrarse en esa Corte de los Milagros, habitada por personajes increíbles, como el mago y espía John Dee , la estupefaciente princesa Polixena, Arcimboldo, el pintor alucinado, o Judá León, el creador de El Golem, ya merecería la pena zambullirse en esta historia. Pero lo que quiero destacar, además del dominio absoluto del tiempo histórico, es la belleza de su estilo. Literatura en estado puro para amantes de la novela histórica y de los libros que te dejan huella. Para mí hay muy pocos que escriban así en nuestro país. No os lo perdáis.
hace 6 años
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