LA PRIMERA GRAN HISTORIA DE AMOR DE LA HISTORIA En el departamento de objetos perdidos de la historia hay un lugar de honor para las tres tumbas más buscadas de todos los tiempos –excluyendo la de Jesucristo: la de Alejando Magno la de Gengis Khan, y aquella que reúna los cuerpos de Akenatón y Nefertiti. ¿Quién fue en realidad esta misteriosa Reina Faraón que desafió a su destino, y en cuyo silencio podrían contenerse todas las claves de la “Guerra de los Dioses” que convulsionó Egipto y fundó la primera gran religión monoteísta de la humanidad? Así comienza la última novela de Álvaro Bermejo, un autor que viene escalando posiciones en el género de la novela histórica con títulos como “El Evangelio del Tíbet” y “El Laberinto de la Atlántida”. En ambas apuesta por temas apasionantes, verdaderos desafíos narrativos, que, hasta la fecha, viene resolviendo con una solvencia y una eficacia poco comunes. Así como sucede con las precedentes, también en “El Amante de Nefertiti” el punto de partida es un tiempo relativamente cercano. En este caso, el Capri de 1920, punto de encuentro de un buen caudal de personajes tan singulares como el excéntrico barón Fersen, adicto al opio y a todos los excesos, el escritor maldito D.H. Lawrence y una incipiente narradora de novelas detectivescas llamada Agatha Christie. Fersen es un enamorado del antiguo Egipto, y tiene sus motivos. Durante la construcción de su residencia han aparecido vestigios egipcios muy similares a los que se trajo del país del Nilo el emperador Tiberio, quien vivió sus últimos años en Capri. Entre esos vestigios despierta su atención un rollo de papiro que le costará la muerte al primer egiptólogo contratado para descifrarlo. Kenneth Conway, el protagonista central de la novela, llega a Capri con esa misión. Descubre evidencias sensacionales: ciertamente, el sarcófago de Nefertiti viajó desde Amarna al sur de Italia, en tiempos de Tiberio. Pero, asimismo, con la muerte de éste fue restituido a su tumba originaria, en un lugar impreciso de Egipto. Si bien, antes de hacerlo, dejó un misterioso emisario aguardando su despertar en la Gruta Azul. Un día, Kenneth Conway aparece en la villa de Fersen con una bella desconocida, en todo semejante a la mítica “Reina Faraón”, que dice llamarse Ankhesa y proceder de la Casa de los Millones de Años. ¿De quién se trata en realidad? En medio de una atmósfera convulsa que anuncia la inminencia de la II Guerra Mundial, Fersen organiza una expedición hasta Egipto en busca de la tumba de Nefertiti, a la que se sumarán, además de Conway y Ankhesa, D.H. Lawrence, Agatha Christie, el magnate Ignacio Cerio, de ascendencia judía, y también su hija, la bella y temperamental Leticia. Es algo más que la amenaza de los fascistas unida a su pasión arqueológica lo que les mueve. Leticia aspira al amor de Conway, quien parece subyugado el aura de la misteriosa Ankhesa. Al igual que ésta, Fersen persigue un amor que no es de este mundo. Está convencido de que en Egipto, en la tumba de Nefertiti, encontrará una puerta hacia otra dimensión. El gran sueño que obsesiona al gran excéntrico no es otro que entrar en comunicación con los inmortales. Pero su sueño se verá bien pronto asediado por personajes más propios de una pesadilla. Así como D.H.Lawrence y Agatha Christie pertenecieron a la enigmática Orden de la Golden Dawn, uno de sus miembros más conspicuos, el satánico Alistair Crowley, protegido por Mussolini, persigue el mismo secreto, y emprende la misma ruta en paralelo a nuestros protagonistas. “El Amante de Nefertiti” narra en clave de “thriller” arqueológico la aventura de estas dos expediciones Egipto adentro, hasta llegar al lugar prohibido donde les esperan las momias de Akenathón y Nefertiti, y algo más. Podríamos llamarlo el Misterio de la Luz que fundó la gran civilización del Nilo. O tal vez el Ritual de Reencarnación que obsesiona a Fersen, quien se cree el heredero directo del Preferido de Atón. Allá en la mítica Amarna, la ciudad fantasma fundada por Akenathón, nada es lo que parece y todo parece conducir hacia un desenlace inevitable que sólo se resolverá en el último capítulo de esta historia. No sucede en Amarna, ni en El Cairo, ni siquiera en Capri. No muy lejos de allá, en Nápoles, todavía se puede visitar unos de los conventos más lúgubres del mundo: el de las Sepultadas Vivas. Sus puertas sólo se abren una vez para quien entra en él. “Es muy posible que en lo más profundo de sus criptas, una reina legendaria haya encontrado su última morada. Y guarde en su silencio las últimas respuestas”, escribe Bermejo. No seré yo quien desvele el secreto final de esta novela extraordinaria. Pero, tras leérmela como quien dice del tirón, no puedo dejar de recomendarla a los amantes del género histórico que esperan algo más que una cuidada reconstrucción de una época, unos personajes bien dibujados y una intriga más o menos trepidante. De todo eso, me quedo con la apasionada y apasionante historia de amor que recorre como un leit motiv toda la narración, y que en sus páginas finales llega a un desenlace tan magistral como sorprendente, de una profundidad y una emotividad de esas que te cortan el aliento. Probablemente, la de Akenatón y Nefertiti fue la primera gran historia de amor de la historia. Pero el suyo fue un amor tan intenso que trascendía lo humano. Bermejo ha acertado a recrearlo con una enorme originalidad, llevándolo hasta el tiempo presente, sin duda como un homenaje a aquellos dos seres excepcionales que, aun sin proponérselo, conquistaron un lugar en la eternidad. No en la de los dioses, sino en la los que aman. Novela total, con “El Amante de Nefertiti” Álvaro Bermejo nos entrega una de esas historias llenas de fuerza y magia que te atrapan desde la primera página y dejan una huella indeleble en el corazón.
hace 11 años