Cuando te embarcas en una novela ambiciosa,con ínfulas de ser grandiosa, y te encuentras con un pastiche un comestible cono éste, es muy decepcionante. Para escribir "El conde de Montecristo" o "Fortunata y Jacinta" has de ser Dumas o Galdós, sí no te sale una mezcla de culebrón venezolano de tercera y de novela rosa de Bárbara Cargando. Pretenciosidad vacía con un personaje que quiere ser Ulises en busca de Penélope sometido a barbaries sin fin y a una acumulación de penalidades que ruborizan. No pierdan el tiempo. Paso palabra...
hace 2 semanas