Segundo libro de la saga "Los hijos de la tierra". Lo cogí con muchas ganas, porque el final del primer libro lo leí en plan "enfermo lector", y pensé que el inicio del segundo libro llevaría el mismo ritmo. Sin embargo, es lento, muy, muy, muy lento hasta que llegas al 60% del libro. Te presenta nuevos personajes, y no es hasta ese momento cuando se unen y se establece un mayor número de diálogos. Hasta entonces es, sobre todo, narración. Y en ocasiones, demasiada descripción. La mayoría de lectores no queremos saber al dedillo cómo se hace una lanza, ya que ese lujo de detalles hace más tediosa la novela. Ahora bien, Auel sabe cómo ir poniéndote migas de pan, retrasando lo esperable e inevitable, haciendo que no dejes de leer imaginando lo que sabes que pasará, deseando que suceda. El último 40% del libro se disfruta mucho más, y por eso, aunque no es redondo como el primero, bien se merece un 9/10.
hace 1 año