El rompecabezas blanco es la cuarta novela del autor, aunque las anteriores [La esencia de las cosas (2019), Lo que tenga que ser, será (2020) y La chica que ha perdido el norte (2023)] las firma con su nombre valenciano, Josep. Antes de echarse al monte de las novelas, se dedicaba al ensayo sociológico, autopublicando dos libros dedicados al análisis del construccionismo social.
La mayor parte de la novela se desarrolla en Barcelona en 2022, donde la sociedad se compone de dos tipos de personas: los comunistas, buenos, buenísimos, todo bondad, amor, corazón y buenas intenciones; y los fascistas, malos, malísimos, pérfidos, asesinos, violadores y hasta caníbales, obsesionados con que les llamen señor y que llevan todos pulseras con la bandera de España. El protagonista, Joel Turó Turó, periodista y tertuliano televisivo, es de los primeros y es tanto su altruismo que acoge a dos huerfanitas rumanas en casa. Lo de vivir en Pedralbes, tener piscina climatizada, un rolex o un mercedes descapotable reconoce que forma parte de esas pequeñas contradicciones que todos tenemos. Un rompecabezas blanco llega a su casa y, a partir de ese momento, el encaje de las piezas del mismo y unas misteriosas notas que dejan en su felpudo, le van generando ideas e imágenes de su pasado, su futuro y sirven de excusa literaria para introducir sus conocimientos de Georges Perec (pionero de la idea del puzle) y explicar su ideología.
Una troupe extraña, formada por el mismo Joel, su jefe, su asistenta, las chicas (de una de las cuales se ha enamorado) y una prostituta parisina, emprende la huida de los fascistas cuando son amenazados de muerte. Recomiendo no leer la sinopsis (o al menos, olvidarla tras leerla) porque desvela demasiado de lo que ocurrirá en el desarrollo de la acción. Es importante señalar que el subtítulo de la novela es El amor y la guerra en los tiempos modernos, porque toda la historia gira alrededor de eso, del amor y de la guerra.
Escrita siempre en primera persona, aunque no todos los capítulos narrados por Joel sino también por los otros personajes, José Seguí ha creado un estilo muy personal con su peculiar uso de los verbos. En lo que considero un acto de rebeldía más del autor, ha sustituido todos los tiempos verbales pretéritos por verbos en presente. También es sorprendente y personal su modo de usar las conjunciones disyuntivas. Cada uno de los 98 capítulos tiene un título largo, una frase del propio texto y se extiende solo 2 o 3 páginas lo que tiene el peligro de que leer un capítulo más no parezca un problema, hasta que ¡sorpresa!... ha amanecido.
Es atrevida, irreverente, esperpéntica, una crítica feroz a la sociedad actual, “no apta para personas menores de edad o de una sensibilidad emocional delicada” tal y como dice el propio autor en las notas previas. En la novela, Seguí ha volcado sus opiniones, sus miedos, sus gustos, sus deseos y sus fantasías tanto eróticas como políticas. Leer este libro solo se puede hacer con los ojos como platos y la barbilla haciendo “clonc” contra el pecho. (Inma Muñoz, 11 de diciembre de 2023)
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