“No abandonéis toda esperanza”, rezaba la inscripción en la parte superior de la gran verja de hierro forjado que cruzaba de lado a lado la carretera que no conducía a ninguna parte. Al otro lado, apenas entrevista, coronando una pequeña loma, en mitad de la nada, una gran mansión de estilo victoriano: el extraño lugar al que la gente llegaba contra su voluntad en cualquier medio de transporte, a pie, en coche, en barco, en avión… un singular sanatorio donde la gente se curaba, o no, del mal de vida, bajo la férrea presencia y control del doctor Moira. Un lugar donde nada era lo que parecía y que guardaba en sus entrañas un terrible secreto…