Tras la muerte en duelo de su hermano, la joven baronesa Fastrade von der Warthe vuelve a casa para cuidar de su padre y de su tía. En la mansión se verá confrontada con el silencio, el tedio, el dolor y la rigidez moral, pero he aquí que aparece el barón Dietz von Egloff, un joven conocido en la región por su afición al juego y a la vida disipada. Egloff, al igual que los otros jóvenes aristócratas de la región, intenta encontrar su lugar en un mundo que dista mucho del de sus padres, que considera decadente.