Esta premiada (?!!) novela contiene varios de los elementos que deberían extirparse para siempre de la literatura. Primero, banaliza un momento y una circunstancia históricos que deberían tratarse con el máximo cuidado. Colocar en un escenario tan delicado como la dictadura de Pinochet un relato tan improbable, inconsistente e irreal supone, al menos, una grave indelicadeza. Segundo, el ánimo de trascendencia del autor es tan brutal que no pasa un párrafo sin que ocurra un intento de frase para la posteridad. En ciertos instantes, parece que Franz hubiese querido insertar en el relato un manual de filosofía vital, el cual, en todo caso, quedaría más bien patético. Tercer elemento reprobable: todos los personajes se expresan igual y presentan una intencionalidad comunicativa similar, que será, mucho me temo, la propia del autor. Nada de lo que se cuenta resulta creíble a pesar de que episodios semejantes se hayan sucedido de manera tristemente repetida durante la dictadura de Pinochet. Y ya por último, decir que el personaje principal -su personalidad, su trayectoria, sus decisiones- son menos creíbles que la existencia del Espíritu Santo. Resumen: una novela concebida para alcanzar los laureles de obra maestra y desenvuelta con todos los quebrantos y estereotipos de los churros malayos...
hace 7 años