Tras “La voz de los muertos” Julián Sánchez nos presenta la segunda entrega protagonizada por el Inspector David Ossa. Con un principio trepidante, la novela nos trae a la mente el atentado terrorista perpetrado en Barcelona en el año 1987, contra un gran centro comercial, dejando tras de si un gran número de victimas. La historia continúa narrada de forma más sosegada, describiendo perfectamente a todos los personajes que en ella aparecen. El estilo de escritura y el lenguaje de Julián Sánchez es realmente bueno, pulcro y claro, con capítulos cortos, que hace que el libro sea de fácil y ágil lectura. David Ossa, un hombre que se siente diferente por poseer un inefable y especial don que pocos conocen, da muestras de nuevo de su inteligencia y olfato para desentrañar tramas muy difíciles de resolver, acompañado esta vez por la subinspectora Estela Bolea, mujer que resulta extremadamente perspicaz, tras haber ascendido en su cargo su anterior compañero, jefe y amigo Joan. La descripción del subsuelo de Barcelona, con sus paradas de metro en desuso, y las grandes extensiones subterráneas surcadas por grandes caudales de agua, es tan buena que hace que nos sintamos sumergidos dentro de los escenarios de la narración, que en su final vuelve a ser casi tan trepidante como la novela se inició, un final, que como en “La voz de los muertos” queda abierto para próximas entregas del inspector David Ossa. Muy recomendable. (L.O.C.)
hace 12 años