No tengo muchas palabras; me las han robado las emociones. Porque este no es un libro de palabras; lo es de emociones, las emociones que surgen constantemente, sean en tu mente o en tus ojos, a modo de lágrimas de sensibilidad y sentimiento. Cualquier manifestación es válida. Magnífica novela, dentro de la maravillosa filosofía japonesa, donde la calma, la serenidad y el sentido positivo de la vida, son sus razones de ser. He empatizado con sus brillantes personajes y me he transportado a su mundo; a esa pequeña isla final, en la que cultivar arroz, verduras, frutas y flores, "donde no habría guerras ni energía nuclear". Es la primera vez que doy un diez a una novela. Más que merecido. Totalmente recomendable.
hace 1 año