La nueva generación que, desde los Estados Unidos y la OTAN, dicta ahora las reglas del juego ha iniciado el siglo XXI con más guerras sucias contra países periféricos acusados de terrorismo y de violar los derechos humanos. Al dar cuenta de esas campañas, cuidadosamente vestidas de «causa justa» o «libertad duradera» los medios de comunicación suelen presentar los crímenes cometidos por los gobernantes de esos países como «genocidios» y las muertes y destrucción que producen los atacantes como «daños colaterales». Nos hemos habituado tanto a vivir instalados en esa constante falacia que estamos perdiendo la capacidad de analizar lo que sucede desde los hechos y desde los datos de la realidad.