Un libro necesario, por cuanto nos habla de la vida difícil (por no decir imposible) en uno de esos países africanos que sufren guerras crónicas. Ishmael consigue que sintamos una gran empatía por él, por sus vivencias de niño perdido en medio del horror... Y lo consigue a pesar de que se ha demostrado que parte de su historia es inventada: lo que fueron en realidad «algo más de dos meses» como niño soldado se convirtió en su libro en tres largos años, rellenados probablemente con historias de otros chicos. El libro me gustó mucho y ahora ha perdido, inevitablemente, interés; sin embargo, en virtud del principio aquel de que la energía no se crea ni se destruye, sino que se transforma, se puede decir que el tal Ismael ha ganado ese interés perdido por sus falsas memorias. En la parte final de estas, nos cuenta sus denodados esfuerzos por escapar de un país hundido en la guerra y la miseria; ahora veo sus mentiras como una treta más para lograrlo.
hace 16 años