Después del libro “En tiempo de prodigios”, que me recomendó una amiga, prometí volver a leer algo de la misma autora y lo hago con una de sus primeras novelas, una joya que encontré en el mercadillo literario del colegio que hacemos todos los años. Son 365 páginas ágiles, por donde desfilan variopintos personajes, cada uno con su historia y que merecería tener su propia novela. Comienzan hablando de Cósimo Herrera, un escritor de éxito de mediana edad y reconocido en muchas partes del mundo, que pasó su juventud en Argentina y que vive con la obsesión de ganar el Premio Nobel de Literatura. Ese anhelado sueño que no se cumple llega a ser tormentoso hasta el punto de que ya no escribe con las mismas ganas, de hecho su última obra resulta ser un fracaso de crítica y ventas. Decide, por tanto, hacer un alto en el camino y tomarse un descanso. Se marcha a Ribanova para unos meses, un pequeño pueblo donde descansar y encontrar la inspiración necesaria. Por el momento hace poca vida social, se refugia en un antiguo caserón sumergido en la lectura junto a la chimenea del salón. Allí conoce a Luisa, veinte años más joven, quien queda fascinada de su madurez, atractivo y buenos modales. Ella se dedica a observarle por la ventana cuando pasa por su casa, y antes de acercarse a él y dirigirle la palabra recorre todas las librerías y bibliotecas en busca de sus novelas para empaparse de ellas; después termina trabajando en El Unicornio como ayudante del librero, donde en sus ratos libres se deja llevar por el goce de la lectura de cada ejemplar interesante que ve en las estanterías o el almacén. Un día, Luisa va a casa de Cósimo Herrera a llevarle un encargo, enviada por su jefe y muerta de vergüenza, pero lo que no se espera es la proposición que le va a hacer el escritor, que no será más que el preámbulo de lo que llegará después, incluyendo un final emotivo y con sorpresa, como toda buena novela que se precie, haciendo honor al famoso tango de Gardel, protagonista también de esta historia: Volver... con la frente marchita, las nieves del tiempo platearon mi sien. Sentir... que es un soplo la vida, que veinte años no es nada, que febril la mirada, errante en las sombras, te busca y te nombra.
hace 4 años