Cuando en un pueblo minero donde las minas sólo son un lejano recuerdo se encuentran la necesidad, la falsa moral, la prepotencia y la holgazanería más cochambrosas y unos amores torticeros, no queda otra que encomendarse a Pepita. ¿Sobrevivirá a los esguinces mentales de su padre y de su hermano y a los descabellados planes de ambos para salvar la economía familiar y local? ¿Se zafará de un pretendiente atocinado y de las "concretas" de su indeseable futura suegra? Con su socarronería habitual y su humor ácido, Carbonell novela la peor de las crisis sufrida por los españoles: la crisis de valores. Sus destartalados personajes, presas fáciles de las bajezas y malas intenciones que trae consigo un futuro incierto, forman parte de una sociedad que chorrea la grasa de la desvergüenza a todos los niveles. Protegida por el paraguas de la dignidad y por el amor al trabajo, Pepita será la única en no empaparse de inmundicia. Más que ante una novela, nos encontramos con un auténtico y genuino paseíllo de comedia donde la risa está asegurada. Aquellos que pretendan encontrar la excelencia literaria deben abstenerse y buscar en otro lugar, en otro libro. PEPITA es desenfado, chiste inteligente pero también casposo y, sobre todo, una crítica destructiva con humor y amor en la que Carbonell es un personaje más. Es en este punto, en las continuas intervenciones del autor, donde la novela pierde fuelle. Bajo mi punto de vista, tanto cameo literario no es recomendable. (Jorge Trujillo, 20 de mayo de 2019).
hace 5 años