Historia humorística acerca de un desenfreno gastronómico. Unos reyes tan gordos que no podían verse los pies y cuyo trasero no cabía en asiento alguno, aburridos de los manjares clásicos, exigían a sus torturados cocineros nuevos y singulares platos que colmaran su apetito y su ansia de novedades en la mesa. Hasta que llegó el momento en que lo habían probado todo, salvo el pastel de lobo. El humor es la clave para disfrutar de este texto ágil y sencillo, acompañado de ilustraciones en blanco y negro.