Interesante reflexión sobre los objetos cotidianos, de
uso frecuente, que precisamente por formar parte de nuestro mundo a
menudo no reparamos en ellos, pero que en realidad nos resultan
imprescindibles porque nos dan seguridad.
El autor selecciona unos
cuantos (llaves, botones, alfileres,bolsas, gafas, pañuelos,
periódicos, pastillas, hasta un total de dieciocho objetos) y nos
muestra, en un recorrido que va desde su creación (a veces datada en
el tiempo con exactitud, otras muchas sólo aproximada) hasta sus
múltiples usos, lo que han llegado a representar para nosotros, y cómo
a esos objetos les hemos dado, a menudo, un valor simbólico, mágico,
que se encuentra en ciertas expresiones y tradiciones, además de las
asociaciones subconscientes que les atribuimos. De hecho, resulta
imposible leer los capítulos del libro sin reconocer en uno mismo esos
valores que atribuimos a los objetos, o descubrir ciertos matices de
nuestra relación con ellos.
La lectura es amena, aunque en ocasiones
exige cierta atención por un lenguaje que oscila entre lo filosófico y
lo científico, pero que no impide en absoluto la comprensión de este
interesante y divertido ensayo sobre unos objetos que, a pesar de su
aparente irrelevancia, hemos humanizado y han adquirido múltiples
significados gracias a nuestra relación con ellos, como apunta ese
principio filosófico-científico que indica que la realidad se ve
afectada en el momento que actuamos con ella, aunque sea simplemente
observándola.
Montserrat Yáñez