Cuando fallece su abuela, se extingue el último retazo que quedaba en pie de la infancia de Zerocalcare. A su vez, se ve abocado a investigar ciertos asuntos de familia que ni remotamente sospechaba. Con la ayuda de incisos oníricos y otras estrellas invitadas, debe remontar los senderos más remotos de su árbol genealógico, de Francia a Italia, pasando por Rusia y Alemania. Una rara enseñanza se irá imponiendo: para entender de dónde viene, antes tiene que darse cuenta de hacia dónde se dirige.