Formidable novela de la otrora autora de cuentos infantiles Emily S. Smith. Cuenta ella que le ha llevado cinco años escribirla y que ninguna IA sería capaz de escribir algo así: “Encontrarás sentimientos y emociones que solo pueden salir de un ser humano en una obra diferente, a veces desgarradora y otras tierna; es dura como la vida es para muchos de nosotros.“ Estoy absolutamente de acuerdo con la afirmación, porque Emily muestra una madurez en su retórica y una maestría en sus tramas que denotan oficio y sacrificio para sacar adelante la gran obra que es Oficio de Tinieblas.
Década de los años 60 en Játiba, lejos ya de la guerra civil pero aún arrastrando la miseria, el odio y la hipocresía. Emérito gana la plaza de juez de instrucción en el juzgado de la ciudad y pronto se tendrá que enfrentar a una sociedad en la que conviven el miedo y el desdén ante hechos terribles que están ocurriendo; una sociedad que admite que la Iglesia domine su vida privada, pero que integra una sociedad secreta satanista mientras miran hacia otro lado; una secta que pretende dominarlo todo y a todos a través del miedo, el sexo, el dinero, el poder, la manipulación y el control.
El libro comienza con un prólogo denominado El pacto en el que se describe una misa negra en la que se sella el pacto con el diablo mientras se tortura y asesina a una víctima. Posteriormente se divide en cinco partes denominadas: Almas muertas, Almas condenadas, Tribunal de desalmados, Condenación e Infierno. Se narran una serie de acontecimientos aterradores: una violación grupal a una niña, la muerte de toda una familia pobre, una mujer aparentemente loca que maltrata a su hijo… y otras más o igual de terribles. Personalmente, todas estas escenas las he visualizado como esas pequeñas capillas que hay en los laterales de las catedrales. Y en mi visualización mental, la nave principal es donde se dominará la acción y la lucha contra el mal, de la mano de Emérito, su inteligente madre Merceditas y otros personajes que irán apareciendo mucho más adelante en la narración. Porque una particularidad de este libro es que los protagonistas van apareciendo a medida que avanza la acción, no los presenta a todos de inicio, lo que me parece un gran acierto. La galería de personajes, tanto los buenos como los malos, es espectacular. Son potentes, profundos, estudiados, trascendentes.
La autora comenta en los agradecimientos que ha plasmado la sociedad de los 60 tal y como la vivió ella, sin embargo creo que, además de sus recuerdos, posee una gran erudición y ha tenido que realizar una exhaustiva labor de documentación para conseguir plasmar tan convincentemente cómo eran la ciudad, los usos y costumbres, los requisitos legales y burocráticos, etc. Ha sido capaz de crear ambientes terribles, lúgubres y asfixiantes, pero recrea magistralmente también escenas cotidianas del día a día, de amor, de hogar y de la vida en una ciudad pequeña, porque Emily S. Smith domina el lenguaje excepcionalmente: vocabulario culto, preciso, cuidadísimo; maestría para mostrar en una sola escena la catadura ética y moral del personaje; bellas metáforas; espléndidas descripciones; perfectos diálogos; una gran capacidad para generar tensión y emoción; todo ello salpicado de algunos pasajes con gran sentido del humor.
Oficio de Tinieblas, con la excusa literaria de la existencia de una secta satánica en una ciudad en los años 60, denuncia la lucha cotidiana entre el Bien y el Mal y las consecuencias de no hacer nada al respecto salvo mantenerse al margen o mirar hacia otro lado ante la crueldad o el abuso. Muestra la existencia de la maldad gratuita o interesada, de la falta de principios, del “todo vale” si es en mi beneficio, de una sociedad corrompida por el hedonismo, el egoísmo, la envidia y la avaricia.
Es una novela fascinante, tremenda, de acción arrolladora, de que no decae en ningún momento, que mantiene al lector angustiado y emocionado durante todas sus páginas. Una obra maestra, de la que deberían hacer, ya mismo, una serie; y digo una serie porque una película no bastaría para plasmar todo lo que hay de bueno en ella. ¿Sabes esa palabra que casi siempre sustituyen por acongojante? Pues eso. Un diez absoluto. (Inma Muñoz, 24 de agosto de 2024
hace 1 mes