El mundo de la literatura es como un inmenso océano que se renueva sin pausa en un interminable y arrollador oleaje. La novela, la poesía, el ensayo, el drama, la comedia, la tragedia, etc., viven un incesante enriquecimiento y cambio de contenidos, estilos y formas de expresión. Crecen y evolucionan con el correr del tiempo y se convierten en fiel proyección y reflejo de la realidad social e histórica de un momento dado, mientras, a veces, tratan también de influir en sus procesos. Como escribía Mariano José de Larra: “la literatura es la expresión, el termómetro verdadero del estado de la civilización de un pueblo” o la “expresión del progreso intelectual del siglo” (“Literatura”, El Español, 18 enero 1836).