Un alegato irónico, humorístico y crudo sobre el dilema de tener o no tener hijos en la sociedad actual «¡Basta de discursos sensibleros sobre la felicidad del oficio de progenitor! Ante tanto entusiasmo y buenos sentimientos obligatorios, es urgente y necesario decir «¡puaj!» a nurseryland. Sé lo que me digo, porque yo misma tengo hijos... Hay cosas de las que solo puede hablar una madre de familia, siempre que tenga el valor de salir del armario.