Gracias a un comienzo que pone a prueba, el lector puede hacerse una idea de aquello a lo que va a enfrentarse en las páginas de la novela de A.G. Novak. Y lo que parecía un plato fuerte para empezar, se convierte casi en una anécdota a medida que vas devorando capítulos, porque eso es lo que el lector que coja esta novela hará. Cuando cierras el libro, te das cuenta de que la inmersión ha sido progresiva y de que, sin percatarte, te has acostumbrado al nudo en la garganta y a la sensación de haber estado corriendo en lugar de encontrarte sentado leyendo. Como las ranas que se dejan cocer a fuego lento. La autora es una maestra a la hora de construir tramas de ritmo incansable y atmósferas esféricas que te hacen sentir que estás en la escena. Tiene una forma muy visual de contar las cosas, pero sin caer en el exceso de descripciones que provocan que el lector no tenga que hacer el esfuerzo de imaginar. Porque de eso se trata, de ofrecer las suficientes pinceladas de una sociedad en creciente caos, regalando experiencias personales de los personajes que ilustran la situación global en la que se encuentran. A.G. Novak no lleva al lector de la mano, sino que le permite transitar por la oscuridad, a veces sin facilitarle siquiera unas tristes cerillas. Ni rastro de humanidad es un imprescindible para todo aquel que disfrute de las emociones fuertes, el suspense, el misterio y las historias que se leen rápido, pero que tienen un trasfondo mucho más profundo que lo que aparentan. Este no es un thriller simple, ni típico, es la historia de nuestra sociedad con unas cuantas copas de más.
hace 3 meses