Antes de convertirse en emperador de los franceses, Napoleón Bonaparte tuvo de forjar su leyenda como militar y político en distintos escenarios, desde el sitio de Tolón hasta las campañas italianas. Pero, si hubo una expedición militar que le situó como líder indiscutible, fue la sangrienta y exótica campaña de Egipto de 1798, que permitiría a Francia abrirse de nuevo al mundo y situarse como una gran potencia a lo largo de los siglos XIX y XX.