Al cuerpo de la narración le precede una introducción que nos sitúa en un suceso trágico sucedido muchos años antes de los hechos centrales, sin que tampoco se nos explique demasiado.
Tras ello, por voz de los sospechosos se suceden una serie de breves relatos vitales de injusticias literarias, venganzas y maltratos psicológicos perpetrados por Fabio Arjona, el poeta asesinado de una puñada en el corazón.
Quien ejerce en esta narración de detective es un poeta que por meteorólogo no forma parte de ese mundo literario que los demás comparten, siendo ajeno a éste, se plantea la excusa ideal para hacerle confidente de los detalles biográficos que todos conocen pero que él (y el lector) ignoran sobre el muerto y los posibles móviles de su asesinato.
Si bien la novela avanza y creo que es un buen libro, hay dos elementos que casi me hacen dejarlo. En primer lugar, el escenario y el planteamiento se asemejan demasiado a otras novelas de misterio, muy al estilo Agatha Christie, donde un grupo de personajes sospechosos se encuentras forzosamente recluidos en un lugar, en este caso: un encuentro literario organizado en la casa de una rica viuda, lo que decepciona por falta de originalidad. Mientras que, por otro lado, tampoco ayuda la elección y construcción de los personajes que ejercen de detectives aficionados, que bien podrían protagonizar una novela infantil: un meteorólogo poeta, su tía ya mayor y un joven listillo informático, que comparten la administración de un blog con la difícilmente creíble tarea de resolver crímenes.
Por otro lado, en cuanto a los personajes en general, considero que son demasiados, y su construcción varía entre una pobre construcción de algunos y una profundización de exagerada densidad, por lo que quizás hubiera sido conveniente eliminar a algunos y centrarse más en desarrollar otros.
Al menos en la edición que yo he leído, se ha cometido el grave error de situar el Dramatis Personae al final de la novela (página 349), lo que no ayuda para nada al lector a situarse durante la lectura, pues, al menos yo, no lo descubrí hasta el final, cuando bien me hubiera ido saberlo desde un principio para situar quién era quién entre los trece sospechosos.
Con todo esto, y a pesar de algunos fallos incomprensibles, nos encontramos con una novela que bien merece haber quedado finalista del Premio Planeta, pues si bien comienza floja, situándose en un escenario criminal altamente explotado por la literatura y con unos detectives aficionados que parecen haberse escapado de una novela infantil, los retazos biográficos de los sospechosos que se nos regalan y la resolución realista del asunto terminan por ofrecer un resultado satisfactorio.
El libro mejora a partir de las ciento y poco páginas, por lo que vale la pena darle una oportunidad.
“Traté de desviar la conversación hacia otro lugar más apetecible, tenía la estúpida impresión de una charla puede ser como un mueble, que a veces no se encuentra en el sitio adecuado y basta con desplazarlo unos centímetros para que todo vuelva a parecer armonioso y proporcionado, bello, en su sitio” (Vallvey 2008:135)
“Los animales funcionan en la decoración contemporánea como naturalezas muertas en la pintura del s.XIX. Manjares analgésicos de la precariedad sentimental humana” (Vallvey 2008:135-136)
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hace 11 años
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