A partir de una cierta edad, aprender a conducir no es asunto fácil, como descubre el narrador de esta novela que, cumplidos los cuarenta, acude a su cita diaria de clase práctica de conducción. Frustrado por su falta de habilidad, intenta distraer a su profesora, la señorita Ciwle, hilvanando anécdotas sobre el papel que han tenido los automóviles en la historia de su familia. El milagroso desenlace del accidente del Citroën de su abuela Maria en 1925, las excursiones fotográficas de su abuelo Karol a bordo de un mítico Mercedes-Benz 170, o los concursos de persecución de un globo aerostático organizados por un club automovilista en los años treinta, son evocados –con una mezcla de ironía y nostalgia– desde la realidad urbana de los años noventa en Polonia, una época de profunda transformación sociopolítica.