Mazapán amargo es una novela negra que tiene como trasfondo geográfico al Toledo más actual. En ella se narra el primer caso que se le presenta al inspector Martín Aldana, que ha sido destinado, después de algunos problemas, de Marbella a la Ciudad Imperial. Aparece el cadáver desnudo de un joven en un paraje toledano conocido como el Valle, cosido a puñaladas. Sin un móvil aparente, el inspector indaga en la familia y en el lugar de trabajo del muerto, que es una de las principales referencias museísticas de la ciudad: el museo de Santa Cruz, donde trabajaba como vigilante. En la novela se abordan muchos aspectos asociados a la historia, como por ejemplo la homosexualidad y la ideología neofascista. Sin duda, es una novela en la que predomina el diálogo, añadiendo así a la acción un ritmo trepidante. Como un personaje más aparece la ciudad de Toledo, con su historia, con sus calles y sus gentes y, sobre todo, el pasado, esta vez conectado con lo que representa la figura del Alcázar, un edificio emblemático de la resistencia nacional durante la guerra civil española. Y el eje de la historia gira en torno a un inspector amante del jazz, de la literatura y también de la bebida, que tiene un pasado turbio y doloroso y que intenta resolver las dificultades por la que atraviesa su matrimonio.