En estas páginas, que pueden parecer insuficientes, pero respecto a las cuales puedo garantizar su sinceridad, se hace frecuente alusión a la culpa y a la expiación, puesto que no he podido tener miramientos ni para la sensibilidad de los otros ni para la mía. Sin embargo creo que esta obra, como diagnóstico, se sitúa más allá de la culpa y de la expiación. En ella se describe cómo se sufre la violencia, eso es todo. En este libro no me dirijo a mis compañeros de infortunio. Ellos ya saben. Cada uno debe soportar a su modo el peso de esta experiencia. A los alemanes, por el contrario, que en su aplastante mayoría no se sienten, o no han dejado de sentirse, responsables de los actos al mismo tiempo más sombríos y más característicos del Tercer Reich, me gustaría narrarles algunos hechos que tal vez no les habían sido aún revelados. En definitiva, todavía aliento la esperanza de que este trabajo sirva a una buena causa: entonces podría concernir a todos aquellos que no renuncian a su condición de prójimos.