Entre lo fantasmagórico y lo tangible, con ángeles y demonios, el bien y el mal se debaten para definir, de una vez por todas, la suerte de un futuro ya presente. Pero todo ya está escrito: los números, los astros, los símbolos y el amor se han determinado para el cumplimiento del Mandato Divino, después de 2000 años sin dilucidación. En tanto, la pobreza y la opulencia, el compromiso de la Iglesia, la fe y la solidaridad, en un mundo desigual en posibilidades, también se reflejan en esta novela desde una perspectiva que prepara un final de los tiempos de manera disimil a todo lo esperado.