Tâleb sabía que solo un milagro podría cambiar su situación actual. Por si la cercanía de la próxima luna de fuego no fuera suficiente, ahora tenía que pactar con la promesa hecha a su padre en un momento de desesperación. Vincularse con la primera mujer que se encontrase entre sus brazos antes de la puesta de sol. Poco podía imaginarse, que dicha mujer sería la única capaz de liberar su alma atormentada y despojarle de su maldición. Si alguien le hubiese dicho a Kiowa que esa misma tarde viajaría a través de un espejo al lugar que veía en sus sueños, se habría reído a carcajadas para luego echar a patadas al iluso de su tienda… El problema era que sí viajó a través de un maldito espejo, solo para terminar directamente en los brazos del mismo hombre con el que llevaba soñando varias noches… uno que estaba decidido a reclamarla y mantenerla a su lado, hasta las últimas consecuencias.