En la tarde-noche del 9 al 10 de mayo de 2010 España pudo ser intervenida por la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Una auténtica catástrofe que habría hipotecado el futuro de dos generaciones. El presidente Zapatero lo evitó in extremis a cambio de aprobar el mayor ajuste social de la democracia. Aquel día el PSOE se hundió. Unos meses después, Irlanda y Portugal fueron rescatadas. Una ola de indignación recorrió España. Un año más tarde, el 15 de mayo de 2011 miles de jóvenes y no tan jóvenes ocuparon calles y plazas para protestar contra la falta de oportunidades y de futuro. Los sacrificios realizados por los españoles fueron totalmente insuficientes: la especulación siguió siendo salvaje; las agencias de rating continuaron degradando la deuda española como si se tratase de bonos basura. Al inicio de agosto de 2011 el Banco Central Europeo (BCE) envió una carta confidencial al gobierno exigiéndole ocho durísimas condiciones para seguir comprando los bonos españoles. Si no las cumplía la economía se colapsaría y tendría que solicitar el rescate. Zapatero pactó con Rajoy una modificación exprés de la Constitución y convocó elecciones. Los españoles se corrieron a la derecha con el vano intento de escapar de la crisis. El líder del PP se convirtió en el presidente del gobierno con más poder de la democracia. Hizo de las exigencias del BCE, cuyo contenido íntegro es desvelado por primera vez y con todo detalle en esta obra, su hoja de ruta. El ajuste exigido es tres veces superior al realizado por los socialistas. El esfuerzo es y será tremendo, pero saldremos a flote.