Una obra que nos sumerge en las profundidades del ciberespacio para sacar a la luz las formas con la que criminales, empresas e incluso gobiernos utilizan la tecnología contra el ciudadano, haciéndolo más vulnerable de lo que jamás hubiera imaginado ser. El avance tecnológico nos ha beneficiado de incontables maneras, sin embargo tiene un grave inconveniente: puede también ser usado en nuestra contra. Los hackers pueden activar las cámaras de vigilancia y webcams de cualquier hogar, los ladrones leen las redes sociales para conocer nuestros hábitos y los acosadores toman control de los GPS de los coches de sus víctimas para seguirlas allá donde se dirigen. Los criminales de hoy pueden robarnos la identidad, hacerse con el control de nuestras cuentas bancarias y copiar el contenido de los servidores informáticos. Pero esto es sólo el principio. Aún no se ha ideado un ordenador que no pueda ser hackeado, un hecho que nos pone en alerta si tenemos en cuenta que todo pasa hoy por una computadora, desde el control aéreo o los servicios financieros hasta el poder armamentístico. Los criminales del futuro podrán desactivar los frenos de un coche desde kilómetros de distancia, electrocutar a un portador de un corazón artificial, imprimir AK-47 con una impresora 3D o transportar droga a través de drones. Un libro que se lee como una novela de ciencia ficción pero que se basa en hechos científicos.