Pésima, penosa e intrascendente. Reconozco que ni lo fantasmagórico, ni lo mágico, ni lo onírico son mi fuerte. Solo maestros como Rulfo, García Márquez -y en menor medida- el japonés Haruki Murakami; me han sabido trasladar por esos universos propios en los que se difumina y resplandece el lenguaje. Comparada con estos autores, Ami Tan gatea, balbucea y usa pañales. No todo vale a la hora de escribir. Atropellar, cortar, pegar y unir, no sirve cuando no sabes realmente a donde quieres llegar. Hay que comulgar demasiado para dejarse atrapar por esta infumable historia del ying y del yang.
hace 8 años