Leviatán, el dios destructor y demonio por excelencia, quien primero sopla e hincha el universo y el cosmos para luego reducirlos con malicia, una visión del mundo que es crucial en Arno Schmidt, es también el pérfido creador de esas punzadas literarias en el lenguaje más conciso que se pueda imaginar, y con las que el autor llamó por primera vez la atención en la segunda posguerra. El tono es así: Este mundo es algo que sería mejor que no fuera; ¡quien diga lo contrario, miente! Piense en los mecanismos que lo rigen: gula y lujuria. Usura y asfixia.