Se trata de la tercera entrega de las “Crónicas de Fogas”, una serie de novelas ambientadas en un pequeño municipio ficticio de los Pirineos franceses, que recrea la vida de sus habitantes, con sus problemas y tejemanejes. Aunque ya había leído las dos primeras, “L’auberge. Un hostal en los Pirineos” y “L’épicerie. La pequeña tienda de los Pirineos”, he tardado unas cuantas páginas en recordar y reencontrarme con los personajes. Al igual que las otras dos, es una novela coral con personajes muy humanos y entrañables. Christian se ve en el aprieto de tener que vender la granja de sus padres para poder seguir adelante; Véronique no consigue que reconstruyan la oficina de correos que ardió en la anterior entrega; el alcalde, Serge Papon, está totalmente ausente de sus funciones desde que enviudó; y un nuevo personaje se instala en el pueblo, Arnaud Petit, un rastreador encargado del seguimiento de los osos que han sido reintroducidos en la zona, hecho que por otro lado tiene en pie de guerra a cazadores y granjeros, aunque también parece que existen razones ocultas…
Una novela ligera, entretenida y positiva, para leer entre lecturas más espesas. Además se puede leer independientemente del resto de la serie. Desde el primer libro que leí me encariñé con la autora y sus personajes y no dejo de esperar la publicación de sus novelas.