La crítica coincidiría en señalar que en La Puchera Pereda había alcanzado uno de los momentos más felices de su quehacer literario superando incluso, en algún aspecto novelesco, a relatos también regionales como El sabor de la tierruca o Sotileza, parcialmente lastrados por una estructura deshilvanada a modo de cuadros costumbristas. (...) Novela costera y rural La puchera, situada en un punto intermedio entre el campo y la ciudad -esta ciudad que simboliza los pecados de la civilización liberal, a juicio de Pereda- y, no obstante, dirigida a un público burgués en la doble acepción de este término, nostálgico de un mundo rural belloy puro, definitivamente abolido a finales del siglo XIX.