¿Recuerda haberse tumbado una noche al lado de una carretera por la que no pasaba nadie enmedio de una isla mientras se abandonaba al fluir de la conciencia de la vida vivida, pasada, contada, leída y recordada, al tiempo que caía alguna que otra estrella fugaz y el campo olía a petricor? Si su respuesta es SÍ, este es un libro amigo. De ser NO, será un libro abrigo ante lo inefable de la existencia y experiencias por venir. En ambos casos valdrá la pena haber vivido para que se lo haya contado Richard Flanagan.
hace 3 semanas
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