Los vertiginosos tiempos modernos enfrentan de formas muy diversas el elefante en la habitación en que se ha convertido el aburrimiento: ya sea mediante la hipnosis por una pantalla, el trabajo inagotable, los estados de conciencia alterados o las infinitas variantes posibles, se trata ante todo de negarlo, de no aburrirnos nunca, de estar siempre haciendo algo. A contracorriente, Luigi Amara se encierra en su habitación a no hacer nada. Inserto en la tradición de Pascal y de Montaigne, se limita a observar las conexiones que surgen de la vibración de su mente, predispuesta para registrarlas ante todo gracias a la inactividad: «Es el temor de quedar atrapados en un trabajo toda la vida, en un único “rol” social, en una misma relación de pareja: el temor de que el deseo se apague como prefiguración de la muerte. No moverse, estar en un confinamiento estanco, asfixiante, sin alternativas. Llorar en un cuarto oscuro porque intuimos que se parece demasiado a nuestro féretro».