Según El laberinto de la injusticia, un informe de Amnistía Internacional, una de cada tres mujeres indígenas será violada a lo largo de su vida (pudiendo ser la cifra incluso mayor, ya que muchas veces no se denuncia). El 86% de dichas agresiones son perpetradas por hombres no indígenas, que raramente responden ante la ley. Estos escalofriantes datos son aportados por Louise Erdrich en el epílogo de la obra.
La casa redonda es la historia de Geraldine, una de esas mujeres indígenas víctimas de agresiones sexuales. Una entre muchas, pero ninguna en concreto, pues la obra de Erdrich es mera ficción. Aunque una ficción muy real.
La violación de Geraldine marca un antes y un después en su vida y en la de toda su familia, especialmente en la de su hijo Joe, que es el narrador de la novela. A través de sus ojos vemos las consecuencias psicológicas y emocionales de la agresión y la dificultad de tratar de volver a la normalidad mientras su madre se encierra en su cuarto desconectando de un mundo exterior que le resulta insoportable. Mientras, Joe trata de buscar explicación a lo inexplicable; y comienza investigando el lugar de la agresión, la casa redonda, espacio de culto en su reserva.
La novela, ganadora del National Book Award 2012, muestra, asimismo, la vida de las comunidades nativas, los prejuicios raciales a los que deben hacer frente y los problemas legales y administrativos que se ven obligados a soportar. No en vano, Erdrich es descendiente de la tribu india ojibwe, por lo que la realidad actual de las comunidades nativas es un tema constante en sus obras.
La búsqueda de justicia, el dolor, la pérdida de la inocencia, las heridas abiertas, la necesidad de seguir adelante. Todo ello conforma La casa redonda. Una obra intimista, profunda y trascendente.
(Ana Rayas)