Cordelia es responsable de una agencia de investigación de poca monta, pero sir George Ralston la elige para que custodie a Clarissa, su esposa, una actriz alejada de los escenarios a causa de unos anónimos alarmantes. Pese a los temores de la artista, Ambrose Gorringe, propietario de Courcy Island, consigue convencerla de que actúe en su castillo. Es entonces cuando asesinan a Clarissa pese a la vigilancia de Cordelia, y ésta se siente obligada a descubrir al homicida. La certidumbre de que hallar la verdad será tan peligroso como útil no frenará a la detective.